Entradas

Mostrando las entradas de marzo, 2007

Testigo Nº 72 – Fabiola (22 años).

. “ me despertó una especie de escalofrío, me incorporé y entonces fue cuando lo vi: algo extraño que venía desde el mar directamente hacia mi. Tardé en creerlo pero sin dudas se trataba del Minotauro, saliendo del agua como cualquier bañista. . Horrible pero seductor, me poseyó de manera brutal, nunca había experimentado algo así, una manguera de fuego en mi vientre… quedamos abrazados un rato. Después se levantó y regresó caminando hacia el mar. Antes de entrar dio media vuelta y dijo riendo:– es imposible no dejar huellas en la arena-. . Habré tomando demasiado sol, pensé después, a veces te abomba, ¿Viste?...”

Testigo Nº 41- Un muchacho de unos 20 años

“Salió el tema del ‘encapuchado’, durante aquellos días se hablaba mucho del asunto porque la gente del barrio de Camet estaba asustada. Por la zona andaba un loco con una capucha en inclusive decían que en un par de ocasiones había gavillado algunos tiros al aire… La cosa es que en otras de las mesas veo un ciervo sentado, escuchando atentamente la conversación. De pronto se paró y empezó a correr por la plaza, a revolcarse por el piso, se lo veía enfurecido. Poseía una cornamenta gloriosa y apenas percibió la silueta de un auto lo encaró sin titubeos como para destrozarlo, pero el coche huyó… después giró y volvió hasta la puerta del bar, fue entonces que abandoné la silla y monté sobre el lomo del animal. Lo mismo hizo otro de los parroquianos que se presentó como el ‘Anarquista’… Inmediatamente partimos en busca del encapuchado, el ciervo avanzaba a paso firme entre las sombras y los costados de la noche y dimos varias vueltas por la zona sin éxito. Finalmente dijo:– Ya se donde pu

Testigo Nº 15 – Alicia (32 años).

“Cuando llegamos a la casa, una de nosotras propuso no entrar - ¡las paredes nos van a vaciar definitivamente!- enunció. Así que nos quedamos en el jardín aguantando el amanecer… Sin querer habíamos conformado un triángulo energético… De repente salió un enorme sapo de atrás de los arbustos y enfiló para donde estábamos sentadas. Parecía sonriente, pero lo que más nos llamó la atención es que se detuvo simétricamente en el centro del triángulo…Entonces fue desapareciendo gradualmente hasta no dejar a la vista otra cosa que la sonrisa sin dientes y sin boca, como si se lo hubiera tragado la tierra… Inmediatamente unos pájaros que habían constituido su guarida-hogar debajo del tejado, provocaron tal estruendo con su aleteo que nos asustaron muchísimo. Todas estuvimos de acuerdo y nos refugiamos en la casa…”

Testigo Nº 314 – Carlos S.M. (62 años).

“ Andábamos de boliche en boliche con unos amigotes de la primera y en una de esas encaro a una minusa bien pinchada que planchaba en un rincón. No sabes el susto que me pegue cuando descubrí que estaba abrazada a un perro… Seguí de largo y no dije nada, gustos son gustos. Al rato aparecimos caminando por Alem, ¡qué farra viejo! Entre el batifondo de piernas y caras, surgió la cabeza del perro que me miró con sonra. Quedé perplejo, paralizado, y en cambio mis amigos no lo advirtieron. Arrebatado propuse que rajáramos del centro para ir a una festichola que se daba en un barrio alejado (por la zona del Alfar). El bondi nos dejó en un lugar silencioso, de sombras mortecinas y calles diagonales. No tardamos en reconocer que andábamos perdidos, dando vueltas sin brújula. Y ya te imaginás lo que pasó: en una esquina nos esperaba un perro fanfarrón. Esta vez nos siguió a una distancia prudente, con marcha cansina imitaba nuestros movimientos; si doblábamos doblaba, si parábamos paraba y pare

Testigo Nº 1012- Horacio (18 años).

“Fui a bailar, como la noche anterior, a una discoteca que sin ser gran cosa me había gustado. Todavía era temprano, pero igualmente la pista se encontraba ya bastante tupida. Entre los bailanteros distinguí a uno que descollaba por sus movimientos intrépidos, me acerqué y para mi gran asombro era Michael Jackson (uno de mis ídolos)… La gente comenzó a correrse a un costado, para observar hipnotizada al danzarín mientras aplaudían rítmicamente. Después de un rato el muchacho se cansó y vino caminando derecho para mi lado. Cuando estuvo delante mio me miró como aun viejo amigo desconocido, sin pasos intermedios me besó en la boca y balbuceó – Mucho gusto Leopardo…- y se perdió en la marea de gente”.

Testigo Nº 22 – Cabo Gutierrez (24 años)

“Ese verano me habían encomendado la misión de custodiar, todos los fines de semana, una zona concurrida: La calle Alem y sus alrededores. Desde algún umbral retirado observaba tratando de detectar o bien prevenir cualquier alteración al orden. Lo que sí no me esperaba, era encontrar una foca entre los sospechosos. Yo estaba parado cerca de un boliche de ambiente bastante pesado cuando oí unos extraños gritos que provenían del citado tugurio. Al acercarme vi como el animal forcejaba con una niña que no debía tener más de 15 años, se veía que cargaba una borrachera epiléptica. La chica escapó y el bicho quedó boqueando, bebía desde el suelo y cada tanto arrancaba con un alarido de esos que aturden al más sordo. Me lo iba a llevar pero me dio pena, entendí que estaba muy solo ese animal (supongo que me vi reflejado en él), en ese momento descubrió mi presencia y se me vino encima enloquecido -¿Dónde está, donde está mi angelito?... – Gritó buscando pelea. Agresiones no iba a tolerar, así