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Mostrando las entradas de junio, 2016

Vivir es preciso

Hace dos años me mudé sola. Alquilé un departamento y con él infinitas responsabilidades de las que no sabía como hacerme cargo. Entendí finalmente tenía que afrontar mis miedos o convivir con ellos. El primer día instalé un artefacto de luz; tomé los cables que colgaban del cielo raso y con papá del otro lado del teléfono coloqué la gloriosa araña, lucía hermosa. La segunda semana me animé a prender el horno a gas, ya que el horno eléctrico de mi casa nunca me había enseñado a cocinar de otra forma. El tercer mes ocupé los cuatro enchufes de la zapatilla sin miedo a incendiar todo y el cuarto mes ya surgieron inventos que constaban de enchufar adaptadores triples en los agujeros de la misma para disponer de más lugares para conectar mis cosas. El quinto y sexto mes me volví experta en reparar las luces de navidad que decoraban la entrada y que el gato no se cansaba de romper.  El octavo pude prender la estufa.  El noveno y el décimo fueron meses relajados. Ya no le tenía mie