Testigo Nº 15 – Alicia (32 años).


“Cuando llegamos a la casa, una de nosotras propuso no entrar
- ¡las paredes nos van a vaciar definitivamente!- enunció.
Así que nos quedamos en el jardín aguantando el amanecer… Sin querer habíamos conformado un triángulo energético…
De repente salió un enorme sapo de atrás de los arbustos y enfiló para donde estábamos sentadas. Parecía sonriente, pero lo que más nos llamó la atención es que se detuvo simétricamente en el centro del triángulo…Entonces fue desapareciendo gradualmente hasta no dejar a la vista otra cosa que la sonrisa sin dientes y sin boca, como si se lo hubiera tragado la tierra…
Inmediatamente unos pájaros que habían constituido su guarida-hogar debajo del tejado, provocaron tal estruendo con su aleteo que nos asustaron muchísimo. Todas estuvimos de acuerdo y nos refugiamos en la casa…”

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