Testigo Nº 1012- Horacio (18 años).


“Fui a bailar, como la noche anterior, a una discoteca que sin ser gran cosa me había gustado. Todavía era temprano, pero igualmente la pista se encontraba ya bastante tupida.
Entre los bailanteros distinguí a uno que descollaba por sus movimientos intrépidos, me acerqué y para mi gran asombro era Michael Jackson (uno de mis ídolos)…
La gente comenzó a correrse a un costado, para observar hipnotizada al danzarín mientras aplaudían rítmicamente. Después de un rato el muchacho se cansó y vino caminando derecho para mi lado.
Cuando estuvo delante mio me miró como aun viejo amigo desconocido, sin pasos intermedios me besó en la boca y balbuceó – Mucho gusto Leopardo…-
y se perdió en la marea de gente”.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Descubriendo el estrecho

Qué lindo te vas a Punta.

Mas allá de los sueños