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Mostrando las entradas de septiembre, 2015

Allá yo

Estoy sentada afuera en mi amada intemperie, observando la luna y balanceándome en el sillón colgante de mimbre que puse hace unos años en mi balcón, viendo un conjunto de hermosas enredaderas florecidas, sintiendo el olor a mimbre y escuchando nada más que los grillos y a la distancia algún camión que transita la autopista, o la ruta... Me acuesto en el suelo y me quedo mirando las estrellas, tapada con mi bolsa de dormir y dialogando con cada ola que se acerca y me saluda. La marmita está sucia, está empezando a caer rocío y todavía no armamos la carpa, pero el espectáculo que nos ofrece el cielo es hipnótico. Pienso que si no estuviera acá, estaría observando la luna balanceándome en el sillón colgante de mimbre que puse hace unos años en mi balcón, viendo un conjunto de hermosas enredaderas florecidas, sintiendo el olor a mimbre y escuchando nada más que los grillos y a la distancia algún camión que transita la autopista, o la ruta...

Me gusta porque sí.

Me gusta el aire libre porque en esta vida donde todo es un servicio que algo sea libre es un particular hallazgo. Me gusta porque el ocio no es tiempo perdido y porque si buscamos amigos los encontramos en cada ser vivo que nos rodea. Me gusta comer galletitas sin pensar que voy a llenar el piso de migas, y caminar con los pies sucios porque todo está sucio entonces todo está limpio. Me gusta el aire libre porque me mantiene despierta; hace frío, hace calor, y no me puedo quedar quieta. Me olvidaba de mencionar que hay muchas cosas para hacer y ninguna de ellas son obligaciones. Me gusta que no exista la ansiedad, que el concepto del tiempo parece obsoleto frente a un árbol que permanece quieto toda su vida y si hablamos de la vida se me ocurre pensar que el único lugar donde parece transcurrir sola e independiente es en el aire libre. Me gusta la estética de la naturaleza, los colores combinados sin querer o el querer combinar los colores como lo hace ella. Me gusta que no hay