Donde mueren los niños

La fascinación rebalza de cada palabra que escribo. Las llena, les da cuerpo, les da gusto y color. Las amaza, las deforma y las forma, las aplasta y las transforma.
Su presencia me amordaza dejαndole hacer lo que crea que sea adecuado; me imita, me restringe, y a veces deseo que me trasmita un poco más de amor. Mis límites se encuentran en su conciencia, y encadenados se resignan a seguir siendo límites y pasan a ser silencio.
Por plegarias y palabras a veces lo encuentro, lo imagino, no lo toco pero lo invento, lo personifico, lo represento. Mi inconciente se llena de miedos que son inexorables, y también son apasibles; son peleas que me reconocen como un sistema y tal vez no como una persona, pero se me hace inútil protegerme sola.
Te digo que se me hace inútil protegerme sola, es difícil seguir viva en un mundo donde todos mueren, y yo también.


Comentarios

Diosmelibreee dijo…
Tanto tiempo... te sigo leyendo.

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