''Decí mucho.''


Un bosque. Un grupo de árboles. De muchos árboles. Decenas, cientos, miles que se unen en un espacio. Nunca son uno. En ningún bosque vas a ver un árbol sólo y si lo ves, inmediatamente deja de ser un bosque. Este podría estar en muchos lugares, pero está acá. Con todos sus colores, sus verdes, sus marrones, sus amarillos, sus etcéteras. Y cuando hablo de colores estoy hablando de más colores de los que entran en la paleta de cualquier pintor. No hay una hoja que se parezca a otra, aunque sea del mismo árbol. Siempre existe algo que las distingue y si existiera la posibilidad de que haya dos exactamente iguales, siempre está la predisposición de algún insecto para romper esa igualdad. Acá vas a encontrar alisos, arces, cedros, cerezos, jacarandaes, manzanos, naranjos, olmos, abedules y muchos más que aunque los enumere no sabrías de que clase de árbol estoy hablando. Están unidos como si fueran el mismo. Sin miedo a compartir espacios, a sentirse parte de la misma familia. No importa si son altos, bajos, de troncos más gordos o más finos, de mayor o menor follaje. Ellos se sienten árboles y con eso es más que suficiente. Muchos de ellos dan frutas, todos dan oxígeno y todos nos dan mucho más que eso. Ahí es cuando entra la mano del hombre. Con su tala y procesos posteriores, se van a obtener diversos productos de su madera. Por ejemplo, puertas para entrar en casas en donde vas a encontrar mesas y sillas en las cuales la gente se sienta a comer, a tomar algo, a tener una charla. Otras puertas que te van a llevar a dormitorios en donde vas a encontrar camas en donde la gente hace otras cosas además de dormir. Puertas que te hacen entrar a muchos lados. Lo mejor de las puertas es eso, siempre te llevan a algún lugar. En ocasiones te llevan a lugares inciertos, pero siempre hay alguien que disfruta de eso. También de la madera se puede hacer papel. Papel de todo tipo. Papel blanco para que los chicos dibujen. Rayado para que los estudiantes estudien. Papel de servilleta para limpiarse y papel higiénico para limpiarse pero distinto. También papel para que un escritor empiece a escribir una historia. Tal vez una historia de un bosque como este. Con miles de árboles pero también con una historia escondida. De la cual miles de lectores se van a hacer fanáticos y de la que el escritor también se va a hacer, pero no fanático, sino millonario. Vendiendo millones de ejemplares en todo el mundo, vendiendo derechos para que se traduzca a cientos de lenguajes, vendiendo la licencia para que se haga una película. Y está película, con un director famoso y con actores más famosos que el director recorra el mundo y haga del escritor un escritor aún más millonario pero menos respetado. Mientras tanto él va a escribir la secuela de este libro, para que todo el proceso se repita. Una y otra vez. Hasta que la historia se desgaste tanto que no pueda hacer más historias sobre este bosque. De todas formas esta es una forma más sana de talar. Porque por lo menos el bosque va a seguir estando en el mismo lugar así los niños van a poder seguir jugando a las escondidas, van a poder seguir corriendo entre los árboles, tirándose en el césped a mirar las inmensas copas, aunque parezcan menos inmensas para los más grandes. Los enamorados van a poder pasear y los que se desenamoraron van a poder pasear y volverse a enamorar. Los fantasmas y brujas van a tener un lugar para vivir. Todo esto puede pasar en un bosque. Y no sólo esto, porque por supuesto puede pasar mucho más. Acá las nubes pasan para rascarse en la parte alta de los árboles, el sol juega a crear sombras en el piso. Según cómo se mueva dibuja de distintas formas y el viento lo ayuda, porque con cada soplido las formas cambian de nuevo. Acá los animales juegan, corren, se aman, como si fueran humanos, pero de una manera mucho más simple. Los más afortunados son los que pueden trepar y mirar todo desde arriba. Admirar todo desde arriba. O desde más arriba como lo hace el creador de todo esto. ¿Qué estará pensando en este momento sobre lo que ve? ¿Desde tan arriba se podrá ver todo? ¿Se perderá algo? ¿Podrá ver cómo se reproducen los gusanos? ¿Cómo crece el pasto poco a poco? ¿Cómo quedó lo que él creó después de tanto tiempo? Quizás nunca lo sabremos o quizás sí. Pero lo que sí sabemos es que este bosque tiene muchas más cosas de las que en un primer momento pudimos o creímos ver. Imaginemos que nos perdemos en este bosque. Pero al perdernos encontramos cosas que de otra manera nunca hubiésemos encontrado. Sonidos que nunca hubiéramos escuchado, colores que nunca hubiéramos visto, sentidos que recién en ese momento descubrimos. Nos acercamos a la naturaleza, casi nos fundimos con ella. Y descubrimos algo que nadie había descubierto hasta ese momento. Detrás de ese bosque vive un lago, inmenso, de una transparencia impensada, donde se puede ver cada dobles del fondo, donde los peces parecieran estar volando. Y detrás del lago hay montañas y en una de ellas hay una cueva. Una cueva en la que un oso pasa todo el invierno. Y detrás de esa montaña hay una ciudad. Una ciudad en donde viven miles de personas. Y detrás de esa ciudad hay otras ciudades similares a la anterior. Y así siempre detrás de cada ciudad, viene otra y otra. Hasta que dejan de ser similares. Para después volver a ser similares de nuevo. Todo esto parece ser un sueño, pero es realidad. Un bosque como este inspira a un hombre a crear la frase “el árbol no te deja ver el bosque”. Una de esas frases que te quedan grabadas para siempre en la memoria. Como una foto.


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