La vie est verte

Y así fueron todos nuestros días; a veces había viento, a veces calma, algunas veces llovía, otras hacía mucho calor, pero la barca siempre iba. Conocí muchas personas nuevas, me encariñé en poco tiempo, convivimos muchos en un espacio muy reducido, a veces se armaban familias, otras veces no tanto, me enojé y desenojé muchas veces. Aprendí a ejercitar la paciencia y la tolerancia, principalmente conmigo misma, porque cada persona nueva que conocía me ofrecía un espejo, y uno no siempre se gusta del todo, supongo. Vi muchos atardeceres y amaneceres, cielos estrellados, noctilucas, delfines, aguas azules e islas remotas, pueblos hermosos, castillos imponentes, faros inhóspitos, horizontes, me llené de vida. Sentí mucho amor, mucha pasión, mucha paz y una conexión brutal con la naturaleza y el mar. Navegué alrededor de 4000 millas y corrí regatas con las que soñaba hace muchos años... ¡Aprendí tanto! El Gaudi fue nuestra casa, ¡Cuánta vida puede alojar un barco! Exploré t...